Mi querida meretriz

Sé de tus deseos, de tu ansia irrefrenable por ofrecerte a Mí. Sé que aspiras a someterte, a ser entregada a mis amigas, a ser la sumisa de las que son Dóminas y observada por las que no lo son.

Sé que nada deseas más que ser admitida como una de mis meretrices… Pero también sabes que mis protocolos son muy exigentes y que no acepto a cualquiera, que mi atención no la merecen todas, así que dime: ¿por qué crees que tú sí?

—Verá, Señora, porque yo me entrego incondicionalmente a Usted.

—Vamos, vamos… ¡qué menos! —respondí airada—. ¿Y eso es todo lo que me ofreces?

—Eso… y todo lo que Usted desee ordenarme, Señora.

—Pero, ¿qué te pasa… tienes miedo?

—Bueno… un poco, la verdad —dijo con voz temblorosa—. No quiero fallarle a Usted, no quiero que me rechace.

—Si lo que tienes es vergüenza porque estás desnuda, mal empezamos. Veamos…

Me acerqué a ella para agarrar su pene y estirarlo hasta que el dolor se le hiciera insoportable.

—¿Duele, nenita? —dije sonriendo.

—Sí, Señora, un poco pero creo que lo aguantaré.

—¿Cómo que crees que lo aguantarás? No sabía que hubiera otras opciones para una aspirante a meretriz de mi propiedad… ¿o es que las hay? —pregunté con evidente tono de enfado mientras daba otro estirón a su dolido pene.

—No… Señora… no hay otras opciones… Señora… ¡perdóneme, por favor! —decía entre sollozos mientras, encogiéndose, comenzaba a revolverse de dolor.

Solté su pene repentinamente y le dije:

—Túmbate bocarriba en esa mesa con las piernas abiertas en y los brazos pegados al cuerpo.

—Voy a vendarte los ojos… disfruto más así —dije con voz maliciosa—. Ahora exploraré tu cuerpo para asegurarme de que eres una nenita resistente y en forma… Mis amigas son exigentes y cuando te ofrezca a ellas no quiero que piensen que les doy cualquier cosa.

Agarré por sorpresa sus testículos y comencé a estrujarlos lentamente para conocer su umbral de dolor. Cuando este se hizo insoportable y estaba a punto de pedirme que parara, solté sus pelotas y le propiné un sonoro bofetón.

—¿Sabes por qué te he pegado? —pregunté con rapidez.

—No, Señora.

—Pues muy sencillo: porque tenía la sensación de que empezaba a gustarte… y no se trata de eso…

Palpé su torso bien formado y sus duras piernas para comprobar que resistiría las embestidas que le esperaban, como a cualquiera de mis meretrices.

—Dime, bonita: ¿tu culito es virgen? —dije de repente y para sus sorpresa.

—Sí, Señora. Salvo algún dedo o pequeño objeto, sí lo es.

Le quité la venda que cubría sus ojos y acercándome a cara le dije mientras con mi dedo índice le hacía señas para que se diera la vuelta:

—Veámoslo.

Y ahí estaba, bocabajo, quieto, paralizado.

—Abre un poco las piernas —ordené.

Mientras lo hacía, Yo comencé a separar enteramente sus nalgas para analizar cuánta diversión y placeres podría proporcionarnos -a Mi y a mis amigas- su preciada virginidad.

—Vaya, esto merece toda una ceremonia de iniciación… ¿Sabes a qué me refiero? —pregunté.

—No estoy seguro, Señora.

—Pues muy sencillo, verás: Prepararé una ceremonia de iniciación en la que cuatro amigas mías -dos de ellas Dóminas- y Yó, vamos a llevarte al mundo de las auténticas meretrices, las que están entregadas y a disposición de quien su Dueña y Señora -Yo en este caso- desee. Haremos que te sientas orgullosa de pasar a estar permanentemente dispuesta a todo por satisfacerme y hacerme feliz. La ceremonia comienza por observarte desnuda ante nosotras y finaliza con la pérdida de tu virginidad anal a cargo de Mí, tu Señora, como gesto de lo que Yo soy capaz de hacer por ti y contigo —concluí.

—Perdone, Señora, puedo hacerle una pregunta?

—Dime.

—Y entre el principio y el final… ¿qué va a pasar, cómo será la ceremonia en sí? —dijo tembloroso.

—Bueno, nenita, más que «qué» va a pasar, deberías preguntar «qué me va a pasar». Pero eso, mi pequeña… eso es otra historia…

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Mi nuevo calabozo

Entre mis múltiples virtudes no está la paciencia y entre mis escasos defectos sí está la intolerancia con la desobediencia de mis sumis@s.

Así pues, mi nuevo calabozo era necesario, la verdad. Y es que a veces, el castigo corporal solo puede administrarse en un entorno adecuado que permita a mis sumis@s asumir nítidamente su condición, a la vez que les ayude a poder aceptar resignadamente los tormentos y las humillaciones a los que disfruto sometiéndol@s.

He diseñado personal y minuciosamente cada detalle de su interior y no he reparado ni en gastos ni en imaginación:

La correspondiente celda de inmovilización, la clásica cruz de San Andrés, mi cama personal con bajocelda o el aro de suspensión para la práctica del shibari, son algunos de los imprescindibles elementos con los que cuento para el correcto adiestramiento de mis sumis@s y, fundamentalmente, para pasar mis más placenteros momentos como Dómina.

Así que, ya sabes, si consigues superar mi proceso de admisión y entras a formar parte del selecto grupo de mis fieles sumis@s, quizá tengas oportunidad de saber de lo que soy capaz de hacer contigo entre las 4 paredes de mi nuevo calabozo ubicado en el centro financiero de Madrid…

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Dildo con arnés

Os presento el segundo de mis dispositivos de mi nueva sección, CAPRICHOS: Dildo con arnés.

Me gusta sentirlo, ceñido a mi cuerpo, mientras soportas estoicamente mis rítmicos golpes en tus nalgas en pompa… mientras me adentro en ti… Te lo imaginas?

Dildo con arnés

Color: Negro
Material: Silicona
Genero: Unisex
Longitud insertable: 12,7 cm
Diámetro total: 3,5 cm

Vamos, no te reprimas, no esperes más y…

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Loewe, mi nueva sumisa

Quiero presentaros a Loewe, mi nueva sumisa.

Es dulce, cariñosa y atenta. Solo lleva tres días a mi servicio y ya se adelanta a mis deseos.

Cuando la acepté en sumisión sabía que no me equivocaba. De hecho casi no ha sido necesario adiestrarla, y no porque alguien lo hubiera hecho antes, sino porque su necesidad de servirme hace que se desviva por Mí.

Mis otr@s sumis@s se mueren por conocerla. No sé si es por servirme a su lado o por aprender de ella lo que es la verdadera sumisión.

Si ya eres un@ de mis habituales sumis@s, contacta conmigo y te presentaré a Loewe. Si todavía no nos conocemos, siempre puedes intentarlo

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Plug anal

Os presento el primero de mis dispositivos de mi nueva sección, CAPRICHOS. Es tan dulce, suave y encantador que mientras lo usas no dejarás de acordarte de Mí…

De hecho, Yo misma te enseñaré en persona a utilizarlo (online o presencialmente).

Con la debida preparación psicológica y una adecuada lubricación, te enseñaré a disfrutar de una experiencia única mientras, susurrándote al oido, te detallo nuevos placeres que jamás habrías alcanzado a imaginar.

Plug anal pequeño con joya

Marca: Dómina Skade Hardware Devices ™
Colores: Rosa, Negro.
Material: Silicona
Género: Unisex
Longitud total: 7,2 cm.
Prof. de entrada: 6,4 cm.
Diámetro máximo interior: 2,2 cm.

Vamos, no te reprimas, no esperes más y…

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Sumiso en castidad

Semanas atrás entrevisté a un sumiso que solicitó mi aceptación y pocos días después decidí sesionar con él. Creo que -con el debido adiestramiento- tiene posibilidades de aprender a servirme con devoción.

Como primera medida decidí que necesitaba un poco de docilidad, y nada como un período indefinido de castidad para conseguirlo.

Él mismo nos contará a continuación sus propias impresiones…


Día 1

Me ha ordenado mi Señora Skade que comience un período indefinido de castidad y que relate en un diario -que piensa publicar en su web- mi evolución, sensaciones, etc. Ayer me llamó para sesionar por primera vez y al finalizar me ordenó masturbarme frente a Ella. Cuando terminé me miró con lástima y me dijo antes de marcharse:

—Llámame mañana. Ahora límpiate, besa mis pies y ábreme la puerta.

Tal y como me ordenó, hoy la he llamado; fue tajante:

—Hoy comienzas un período de castidad indefinida, es decir, hasta que Yo considere que ha llegado a su fin. Lo harás sin ayuda de CB y hasta entonces no quiero que mires a ninguna otra mujer, ni que piense en mujeres, ni que te toques. No quiero que tengas erecciones y si te vinieran quiero que las cortes radicalmente con hielo, o agua fría, o mediante cualquier procedimiento que zanje la situación.

—Sí Señora —respondí al momento.

—Te llamaré de vez en cuando. Mientras tanto me enviarás a diario un escrito con la evolución de tu castidad.

Día 3

He estado tranquilo todo el día y, de momento, me encuentro seguro y con fuerzas… ya veremos los próximo días.

Día 10

Estoy de viaje de trabajo y casi no tengo tiempo de nada. Me encuentro relajado y tranquilo respecto de la castidad. Espero seguir así… ya veremos.

Día 19

He empezado a pensar en el sexo. He mirado por la calle a una mujer que llevaba un vestido muy ajustado y provocativo, y me he dado cuenta que es la primera vez que hacía algo así desde que comencé el período de castidad indefinida. Me he excitado un poco, la verdad, pero enseguida abandoné -por mi propio bien- esos pensamientos.

Ya me lo había advertido mi Señora Skade: «Cuanto antes te olvides del sexo, mejor para ti». Y así lo intenté hacer, pero…

Día 27

He amanecido con una gran erección… parece que la cosa se complica, pero sigo firme en mi actitud. Obedeciendo las órdenes que recibí al inicio, me di una ducha fría.

Como si mi Señora Skade lo hubiera intuido, me llamó a media mañana.

—¿Cómo lo llevas? —preguntó directamente.

Le comenté cómo había amanecido y que decidí darme una ducha fría. Me dijo que había hecho bien. También le comenté que ayer había mirado a una mujer que vestía de forma provocativa y entonces sentenció:

—Cuanto antes te acostumbres a tu nueva vida de castidad, mejor par ti, menos sufrirás. Cuanto más persistas en tus antiguas actitudes, más sufrirás. Tú decides…

Y agregó:

—Te comunico que ni siquiera he comenzado a pensar en la fecha de término de tu período de castidad, vamos que te quedan muchos días por delante. Que lo sepas.

—Es duro, muy duro, Señora —comenté.

—Ya lo sé que para ti es duro —dijo riéndose—. Pero es que precisamente por eso para Mí es divertido….

Día 35

Parecía que el día iba a ser tranquilo pero enseguida pude comprobar que bastaba ver cualquier foto de mi Señora, o un breve audio de WhatsApp enviado por Ella, para que mi preseminal comenzara fluir. Creo que hoy he tomado conciencia de lo realmente duro que me va a resultar la castidad indefinida.

Como hago a diario, nada más despertarme envié a mi Señora un mensaje deseándole los buenos días y poniéndome a su disposición. Como es habitual en ella, me respondió con su sugerente estilo y me emplazó a que la llamara a media tarde, y así lo hice:

—Buenas tardes —respondió.

—Buenas tarde, Señora.

—¿Cómo tienes la agenda para comer el próximo viernes?

—A su disposición, Señora.

—Reserva a las 14:30 en La Máquina de Sor Ángela de la Cruz. Di que la reserva es para Mí y en mi mesa habitual.

—Sí, Señora, ahora mismo.

—Quiero hablar contigo —dijo en tono serio—. Ha llegado el momento de que te queden claras ciertas cosas… mañana las comentaremos con calma. Ahora dime, ¿cómo llevas la castidad?

—Bueno… —respondí con cierto temor—. La llevo con firmeza y resignación.

—Cómo la lleves es cosa tuya, a Mí lo que me importa es que no me falles. Tu sexualidad y, por tanto, tu castidad son mías, me pertenecen, así que ya sabes: si te quiero casto, tú eres casto y punto. ¿Entendido?

—Sí, Señora.

Día 40

Llegué al restaurante 15 minutos antes de la hora para asegurarme que que mi Señora no tendría que esperarme. Su mesa estaba al fondo, tras una columna que le daba cierta intimidad al ambiente. Ella se adelantó unos minutos y entró apresurada, con la decisión que caracteriza todos sus actos. De camino a la mesa se paró a saludar a un par de señoras que estaban en una de las mesas. Sin darme tiempo para acercarle la silla se sentó mientras yo le daba los buenos días.

—Buenos días; tengo hambre… ¿Qué pedimos?

Llamó al camarero y le dijo:

—Tomaremos el cordero frito… y una ensalada para compartir —dijo con decisión—. Tráiganos también agua sin gas y una copa de Ribera reserva para Mí y otra de Rioja crianza para él —concluyo señalándome con su mentón.

—Muchas gracias, Señora.

—No hay de qué… y ahora escúchame con atención porque ya he decidido que esta noche finalizarás tu castidad. Esta noche, a las 9 en punto, te vas a masturbar hasta que estés a punto de eyacular, momento en que pararás unos instantes… Luego seguirás hasta eyacular por completo y lo harás dentro de un vaso transparente. Cuando hayas terminado de vaciarte te lo bebes… hasta la última gota!!! ¿Entendido?

—Si, Señora, entendido.

—También deseo anunciarte que he decidido que hasta dentro de unos seis meses no mantendrás relaciones con mujeres, es más, solo eyacularás masturbándote y siempre -como habrás supuesto- con mi permiso expreso. ¿Entendido?

—Si, Señora.

—Una vez por semana te llamaré para que vengas a mi casa y desnudo frente a Mí te masturbarás y me pedirás, en el último momento, permiso para eyacular. A veces tendrás suerte y a veces te volverás como viniste… bueno, algo más frustrado… pero ya verás qué risas!!!

—Sí, Señora —asentí.

—Pasados esos seis meses te aparearás con un de mis sumisas… ya te diré cómo.

—Sí, Señora.

—Yo no voy a tomar postre… y tú tampoco. Me voy que tengo algo de prisa. Ya sabes lo que tienes que hacer.

Y sin más, se levantó de la mesa y se marchó. Pagué la cuenta y al dirigirme a la salida las dos mujeres que había saludado mi Señora cuando entró me invitaron a sentarme con ellas.

—Buenas tardes, señoras —dije mientras tomaba asiento.

—Hola, buenas tardes. Solo queríamos darte un recado de parte de tu Señora Skade: que no olvides grabar en vídeo lo de esta noche, ya sabes, cómo te la cascas, la corrida y cómo te la tragas al final. Ah, y que no olvides enviarle el vídeo por WhatsApp en cuanto termines. Nosotras estaremos con ella para verlo… ya verás qué risas!!!

Yo estaba entre avergonzado y sorprendido, pero reconozco que aquella escena me resultaba tan desconcertante como excitante.

—¿Has entendido, cielo? —dijeron a la vez.

—Sí, señoras.

—Pues máchate, que aquí ya no pintas nada —sentenció la misma que me había dado todas las explicaciones.

Me levanté mientras me despedía de ellas y según me marchaba pude escuchar las risa entrecortadas que me dedicaron.

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Adorando mis pies

Ya en el ascensor de su casa puedo adivinar su nerviosismo. Sé que me espera postrado ante mi trono, en el centro de su salón, aguardando impaciente mi llegada.

Abro la puerta de su casa con mi llave y me adentro por el pasillo. Puedo imaginarme con precisión la inquietud que le provoca el sonido de mis tacones avanzando. Me detengo apoyada en la puerta del salón para que el inconfundible aroma de mi inseparable Gucci Rush llegue hasta él, avivando así aun más su pasión. Le observo y sé qué discurre por su mente: incertidumbre y excitación pero, sobre todo, un deseo irrefrenable de adorarme y de demostrarme su absoluta entrega a Mí, besando -dulce, pero apasionadamente- mis pies.

Me siento mientras él, obediente, sigue sin alzar la mirada. Cruzo mis piernas asegurándome de que escuche el roce del cuero de mis ajustados pantalones.

Le observo un par de minutos; disfruto de la situación. Sé que el olor al cuero de mi ropa y el de mis tacones están acabando de debilitar su voluntad.

—Buenas tardes —dije mientras recorría con la mirada su cuerpo desnudo.

—Buenas tardes, Señora.

—¿Estás preparado?

—Sí, Señora.

Él sabe perfectamente que esa pregunta dará paso a lo que más desea, más necesita en ese preciso momento:

—Alza la vista y mira mis zapatos —ordené.

Lentamente -como Yo le había enseñado- levantó la mirada hasta mis zapatos y los miró fijamente hasta que le permití:

—Huélelos… sin tocarlos.

Casi no le dio tiempo a disfrutar del privilegio que le había concedido pues enseguida le ordené:

—Bésalos con amor… Pero, recuerda, solo los zapatos

Y así lo hizo durante unos minutos en los que Yo disfrutaba de su sumisión, de su apasionada entrega.

—Ahora retira suavemente los zapatos —ordené.

Mientras lo hacía con la máxima delicadeza Yo le ordené:

—Huélelos… de cerca… quiero sentir cómo los toca tu nariz…

Así lo hizo. Como un poseso comenzó a disfrutar de la envolvente fragancia que emanaba de mis pies mientras Yo disfrutaba de aquella escena cargada de pasión, de sumisión hacia Mí.

—Detente— dije interrumpiéndole—. Pasea tu lengua por ellos: lámelos…

Maliciosamente disfruté observando cómo su erección crecía descontroladamente. Él sabe perfectamente que esas demostraciones de excitación están absolutamente prohibidas en mi presencia, salvo con mi expresa autorización, claro está.

—Ahora las plantas; las quiero bien húmedas —detallé.

Agachó aun más su cuello y lo retorció para pasear una y otra vez, de principio a fin, su abnegada lengua. Me gusta esa sensación, ese característico cosquilleo excitante… Así que tardé unos minutos en ordenarle:

—Ahora entre los dedos… lentamente… uno a uno… varias veces, hasta que me canse…

Y tardé en cansarme. No podría describir con precisión el placer que me proporcionaban aquellos cuidados y aquella situación…

—¡Ya! —ordené—. Ahora, arrodillado, cálzame.

Cumplió diligente y cuidadosamente mis órdenes. Luego lo mantuve arrodillado y con la mirada baja más de un minuto hasta que le dije:

—Esa erección no baja. ¿Qué hacemos?

—No sé, Señora —dijo tembloroso—. Lo que Usted desee, Señora.

—¡Evidentemente que haremos lo que Yo desee! Te he preguntado porque quiero saber qué crees que deberíamos hacer. Sabes que poco me importan tus instintos, pero que no soporto que no sepas controlar el exteriorizarlos. Vamos… ¡responde!

—No sé… Señora… quizá…. no sé…

—Tranquilo —interrumpí—. ¡Yo sí que sé!

Me levanté y lo cogí de una oreja hasta la ducha. Abrí al máximo el agua fría y le dije:

—Vamos, adentro.

Antes de que el agua fría tocara su cuerpo ya había desaparecido prácticamente su erección, pero preferí asegurarme.

Luego, mientras se secaba, miré en nuestro armario privado los CB disponibles hasta que encontré el que buscaba; un modelo estándar sería suficiente.

—Ven, siéntate a mi lado —dije.

Aceptó con la debida resignación que se lo colocara y candara.

—Me llevo la llave —sentencié. Todavía faltan casi dos semanas para concluir tu período de castidad y, la verdad, no me fío…

—Me voy —dije a continuación—. Ya sabes lo que tienes que hacer.

Se postró ante Mí y besó mis pies hasta que di por finalizado el protocolo de despedida. Me fui hasta la puerta y me detuve hasta que él la abrió por completo.

—Llámame mañana por la mañana —ordené—. Y no olvides revivir esta noche todos y cada uno de los inolvidables momentos que has vivido conmigo hoy. Buenas tardes.

—Sí, Señora. Buenas tardes, Señora.

Y allí se quedó, en su puerta, hasta que Yo entré en el ascensor mientras con una maliciosa mirada le confirmaba lo mucho que había disfrutado…

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¿Eres fetichist@?

¿Crees que te mereces poder adorar mis pies (online o presencialmente)?

Prueba… nunca se sabe… pincha aquí.


Cuestionario para admisión de sumis@s

Más que por ser una mujer exigente -que lo soy- es porque la paciencia no se encuentra entre mis múltiples virtudes.

Sí, por eso he creado un Cuestionario para admisión de sumis@s, que será de obligada cumplimentación para todas aquellas personas que aspiren a servirme en sumisión.

Basta con que pinches aquí lo rellenes y me lo envíes, y así sabré -antes de hablar contigo- si tienes alguna posibilidad de llegar a estar a mis pies.

Vamos, ánimo… que no se diga que tienes miedo…

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Castidad

Mucho se ha hablado sobre la castidad y sus ventajas para Nosotras, las Dóminas, pero a mi entender esta afirmación precisa de algunas aclaraciones:

En primer lugar insistamos en que la castidad reafirma al sumiso en su condición, pues entrega a su Dómina el control de su bien más preciado, aquel para el que vive y que le mantiene en permanente obsesión: su actividad sexual, que para los hombres es -por sus características antropológicas- sinónimo de eyaculación.

En segundo lugar la castidad tiene -al menos para Mí- el doble valor de encauzar los primitivos instintos de los hombres hacia comportamientos más racionales, a alejarlos de su continua obsesión por el sexo, pues al saber que este no estará presente -al menos durante el período de castidad- prestarán mayor atención y dedicación a lo que realmente da sentido a su existencia: la entrega incondicional a Nosotras.

Respecto de la duración del período de castidad también hay diversidad de opiniones, aunque Yo tengo clara cuál es mi preferida:

  • Castidad definida en el tiempo, esto es cuando la castidad tiene una fecha de comienzo y de término establecidas. Aunque siempre puedes prolongarla en cualquier momento el tiempo que desees, en la mente del sumiso sigue imperando, en esencia, su característica obsesión por el sexo al conocer una fecha en la que podrá volver a eyacular.
  • Castidad indefinida en el tiempo; mi favorita. El sumiso conoce la fecha de comienzo pero no la de término, lo que le lleva -con la debida concienciación- a despejar de su mente la posibilidad cualquier práctica sexual, centrando así su atención en Nosotras y -debidamente entrenado- darnos el mejor servicio que le es posible.
  • Castidad permanente: no requiere más aclaraciones sobre en qué consiste. Personalmente no me gusta pues suele provocar al sumiso una profunda frustración que, si bien aleja sus deseos sexuales, suele llevarle a un estado de idiocia que prácticamente lo convierte en inservible para nuestros fines.

Para finalizar, decir que aunque es muy habitual la castidad controlada por dispositivos de diversa índole más o menos agresivos, personalmente prefiero la castidad palabra de honor, es decir, aquella en la que el hombre se compromete a guardar íntegramente y sin necesidad de ayuda externa para lograrlo, recurriendo exclusivamente a su voluntad de servicio, entrega, obediencia y sumisión.

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Si estás dispuest@ a entregarte a Mí en casta sumisión (online o presencialmente), comienza por aquí.


A Mis Pies

Entre ser y no ser Yo soy Domina Skade, una Dama amante de la FemDom, la disciplina y el protocolo; estricta y severa, atenta y justa, sensitiva y muy sensual… Quizá por eso adoro el spanking, con diferentes elementos, aunque mis preferidos son la fusta y el látigo.

Soy como el Ying-Yang, dulce o malvada, pero mi mantra es la justicia.

Adoro todas estas cualidades y hago vivir la FemDom de forma intensa y sana, viajando hacia ese submundo donde cualquier sumiso desearía llegar.

Soy fetichista del vestuario, zapatos y atrezzo inspirado en años 50; conoces a Betty Page?…

Como respetuosa y seria con lo que hago exijo, a quien quiera vivir una sesión, lo mismo, respeto, sentimiento y seriedad. NO permito ni drogas ni alcohol en mis sesiones y del mismo modo rechazaré a quien lo traiga consigo. Olvídese todo candidato a estar a mis pies cualquier práctica sexual tal y como lo entiende un vainilla. Por último, la buena educación es el camino hacia Mí y la privacidad de mis sumisos prevalece ante todo.
Acojo a todo sumiso, sea o no iniciado, que respete el BDSM y la esencia de la FemDom, el resto puede abstenerse y no perder ni hacer perder el tiempo. Quiero sesiones consensuadas, llenas de complicidad, diversión, educación, respeto, discreción y sentimiento.

Detallaré las prácticas en este blog y espero que nadie me pida aquello que no esté aquí relacionado, porque no lo hago!

Soy clara y transparente. Ya sabes… las cosas claras y el chocolate espeso.

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