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Sumiso en castidad


Semanas atrás entrevisté a un sumiso que solicitó mi aceptación y pocos días después decidí sesionar con él. Creo que tiene posibilidades de aprender a servirme con devoción.


 
 

 
 

Como primera medida decidí que necesitaba un poco de docilidad, y nada como un período indefinido de castidad para conseguirlo.
Él mismo nos contará a continuación sus propias impresiones…


Día 1

Me ha ordenado mi Señora Skade que comience un período indefinido de castidad y que relate en un diario -que piensa publicar en su web- mi evolución, sensaciones, etc. Ayer me llamó para sesionar por primera vez y al finalizar me ordenó masturbarme frente a Ella. Cuando terminé me miró con lástima y me dijo antes de marcharse:

—Llámame mañana. Ahora límpiate, besa mis pies y ábreme la puerta.

Tal y como me ordenó, hoy la he llamado; fue tajante:

—Hoy comienzas un período de castidad indefinida, es decir, hasta que Yo considere que ha llegado a su fin. Lo harás sin ayuda de CB y hasta entonces no quiero que mires a ninguna otra mujer, ni que piense en mujeres, ni que te toques. No quiero que tengas erecciones y si te vinieran quiero que las cortes radicalmente con hielo, o agua fría, o mediante cualquier procedimiento que zanje la situación.

—Sí Señora —respondí al momento.

—Te llamaré de vez en cuando. Mientras tanto me enviarás a diario un escrito con la evolución de tu castidad.

Día 3

He estado tranquilo todo el día y, de momento, me encuentro seguro y con fuerzas… ya veremos los próximo días.

Día 10

Estoy de viaje de trabajo y casi no tengo tiempo de nada. Me encuentro relajado y tranquilo respecto de la castidad. Espero seguir así… ya veremos.

Día 19

He empezado a pensar en el sexo. He mirado por la calle a una mujer que llevaba un vestido muy ajustado y provocativo, y me he dado cuenta que es la primera vez que hacía algo así desde que comencé el período de castidad indefinida. Me he excitado un poco, la verdad, pero enseguida abandoné -por mi propio bien- esos pensamientos.

Ya me lo había advertido mi Señora Skade: «Cuanto antes te olvides del sexo, mejor para ti». Y así lo intenté hacer, pero…

Día 27

He amanecido con una gran erección… parece que la cosa se complica, pero sigo firme en mi actitud. Obedeciendo las órdenes que recibí al inicio, me di una ducha fría.

Como si mi Señora Skade lo hubiera intuido, me llamó a media mañana.

—¿Cómo lo llevas? —preguntó directamente.

Le comenté cómo había amanecido y que decidí darme una ducha fría. Me dijo que había hecho bien. También le comenté que ayer había mirado a una mujer que vestía de forma provocativa y entonces sentenció:

—Cuanto antes te acostumbres a tu nueva vida de castidad, mejor par ti, menos sufrirás. Cuanto más persistas en tus antiguas actitudes, más sufrirás. Tú decides…

Y agregó:

—Te comunico que ni siquiera he comenzado a pensar en la fecha de término de tu período de castidad, vamos que te quedan muchos días por delante. Que lo sepas.

—Es duro, muy duro, Señora —comenté.

—Ya lo sé que para ti es duro —dijo riéndose—. Pero es que precisamente por eso para Mí es divertido….

Día 35

Parecía que el día iba a ser tranquilo pero enseguida pude comprobar que bastaba ver cualquier foto de mi Señora, o un breve audio de WhatsApp enviado por Ella, para que mi preseminal comenzara fluir. Creo que hoy he tomado conciencia de lo realmente duro que me va a resultar la castidad indefinida.

Como hago a diario, nada más despertarme envié a mi Señora un mensaje deseándole los buenos días y poniéndome a su disposición. Como es habitual en ella, me respondió con su sugerente estilo y me emplazó a que la llamara a media tarde, y así lo hice:

—Buenas tardes —respondió.

—Buenas tarde, Señora.

—¿Cómo tienes la agenda para comer el próximo viernes?

—A su disposición, Señora.

—Reserva a las 14:30 en La Máquina de Sor Ángela de la Cruz. Di que la reserva es para Mí y en mi mesa habitual.

—Sí, Señora, ahora mismo.

—Quiero hablar contigo —dijo en tono serio—. Ha llegado el momento de que te queden claras ciertas cosas… mañana las comentaremos con calma. Ahora dime, ¿cómo llevas la castidad?

—Bueno… —respondí con cierto temor—. La llevo con firmeza y resignación.

—Cómo la lleves es cosa tuya, a Mí lo que me importa es que no me falles. Tu sexualidad y, por tanto, tu castidad son mías, me pertenecen, así que ya sabes: si te quiero casto, tú eres casto y punto. ¿Entendido?

—Sí, Señora.

Día 40

Llegué al restaurante 15 minutos antes de la hora para asegurarme que que mi Señora no tendría que esperarme. Su mesa estaba al fondo, tras una columna que le daba cierta intimidad al ambiente. Ella se adelantó unos minutos y entró apresurada, con la decisión que caracteriza todos sus actos. De camino a la mesa se paró a saludar a un par de señoras que estaban en una de las mesas. Sin darme tiempo para acercarle la silla se sentó mientras yo le daba los buenos días.

—Buenos días; tengo hambre… ¿Qué pedimos?

Llamó al camarero y le dijo:

—Tomaremos el cordero frito… y una ensalada para compartir —dijo con decisión—. Tráiganos también agua sin gas y una copa de Ribera reserva para Mí y otra de Rioja crianza para él —concluyo señalándome con su mentón.

—Muchas gracias, Señora.

—No hay de qué… y ahora escúchame con atención porque ya he decidido que esta noche finalizarás tu castidad. Esta noche, a las 9 en punto, te vas a masturbar hasta que estés a punto de eyacular, momento en que pararás unos instantes… Luego seguirás hasta eyacular por completo y lo harás dentro de un vaso transparente. Cuando hayas terminado de vaciarte te lo bebes… hasta la última gota!!! ¿Entendido?

—Si, Señora, entendido.

—También deseo anunciarte que he decidido que hasta dentro de unos seis meses no mantendrás relaciones con mujeres, es más, solo eyacularás masturbándote y siempre -como habrás supuesto- con mi permiso expreso. ¿Entendido?

—Si, Señora.

—Una vez por semana te llamaré para que vengas a mi casa y desnudo frente a Mí te masturbarás y me pedirás, en el último momento, permiso para eyacular. A veces tendrás suerte y a veces te volverás como viniste… bueno, algo más frustrado… pero ya verás qué risas!!!

—Sí, Señora —asentí.

—Pasados esos seis meses te aparearás con un de mis sumisas… ya te diré cómo.

—Sí, Señora.

—Yo no voy a tomar postre… y tú tampoco. Me voy que tengo algo de prisa. Ya sabes lo que tienes que hacer.

Y sin más, se levantó de la mesa y se marchó. Pagué la cuenta y al dirigirme a la salida las dos mujeres que había saludado mi Señora cuando entró me invitaron a sentarme con ellas.

—Buenas tardes, señoras —dije mientras tomaba asiento.

—Hola, buenas tardes. Solo queríamos darte un recado de parte de tu Señora Skade: que no olvides grabar en vídeo lo de esta noche, ya sabes, cómo te la cascas, la corrida y cómo te la tragas al final. Ah, y que no olvides enviarle el vídeo por WhatsApp en cuanto termines. Nosotras estaremos con ella para verlo… ya verás qué risas!!!

Yo estaba entre avergonzado y sorprendido, pero reconozco que aquella escena me resultaba tan desconcertante como excitante.

—¿Has entendido, cielo? —dijeron a la vez.

—Sí, señoras.

—Pues máchate, que aquí ya no pintas nada —sentenció la misma que me había dado todas las explicaciones.

Me levanté mientras me despedía de ellas y según me marchaba pude escuchar las risa entrecortadas que me dedicaron.


 
 

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Comentarios  

#2 Juan 14-10-2020 18:53
Excepcional relato, creo que no sería capaz tantos días en castidad, aunque supongo que todo será adiestramiento.
También me ha gustado cuando tras la comida en la Máquina y al salir del local, unas amigas de Mistress Skade, le recordaban sus deberes. Me parece una humillación en público que sonrroja. Felicidades!!!!
#1 Ángel Hernando 11-10-2020 14:22
Muy instructivo, mi señora. A sus pies.

 

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