Ya en el ascensor de su casa puedo adivinar su nerviosismo. Sé que me espera postrado ante mi trono, en el centro de su salón, aguardando impaciente mi llegada. Abro la puerta de su casa con mi llave y me adentro por el pasillo. Puedo imaginarme con precisión la inquietud que le provoca el sonidoSigue leyendo «Adorando mis pies»